jueves, 8 de diciembre de 2011

LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN EL CENTRO DEL DEBATE DE LA GLOBALIZACIÓN



Las comunicaciones humanas han revolucionado la producción, el almacenamiento y el acceso a la información. Si la revolución industrial multiplicó la fuerza del hombre, la evolución informática multiplica la capacidad del cerebro humano.
Las nuevas tecnologías están creando un mundo donde los valores y las economías repercuten de en un lado a otro; la cultura y los valores humanos están siendo modelados por un medio electrónico.
Los medios de comunicación social y el proceso de globalización influyen en el consumo de los individuos y por medio de éste, en la identidad colectiva de un pueblo, ya sea creándoles nuevas necesidades, ya sea haciéndolos dependientes a los objetos de consumo y generándoles, de esta manera, el hábito del consumo. Dentro de este contexto, sin embargo, no se borran ni disminuye la posibilidad de los individuos de optar entre las alternativas que ofrece el gran mercado, por aquella que mejor le satisfaga sus necesidades.
Con el paso del tiempo los hábitos de consumo se van modificando, así como también, la forma de poner el producto en contacto con la gente es distinta a la que existía hace un par de años atrás. Los adelantos tecnológicos en materia de producción y distribución de bienes y servicios, hacen posible que hoy en día se pueda conseguir un mismo producto en la Argentina que en Japón.
Estos cambios no solo incidieron en la economía de un país, sino también en las costumbres y tradiciones del mismo; los individuos están inmersos en una realidad social, su desarrollo personal no puede disociarse del intercambio con ella, su personalidad se va forjando en su participación, en las creencias, actitudes, comportamientos de los grupos a los que pertenece.
Las identidades son diferentes y desiguales, porque sus artífices, las instancias que las construyen, disfrutan de distintas posiciones de poder y legitimidad. Concretamente, las identidades se expresan en un campo de luchas y conflictos en el que prevalecen las líneas de fuerza diseñadas por la lógica de la máquina de la sociedad.
El problema de la identidad ha sido quizás el problema esencial de nuestra cultura. La identidad es considerada como la faceta más importante de ciertas luchas tanto pacíficas como violentas. Ha estado presente ante el fenómeno de la modernidad y lo está ante la posmodernidad.
El orden económico mundial exige homogeneizar patrones de consumo, y esto no se logra tan sólo mediante agresivas políticas económicas ni mediante propagandas publicitarias centradas en la oferta de los permanentemente renovados productos. De este modo, el deseo de comunidad y de participación se encarna en las comunidades interpretativas de consumidores que les dan identidades compartidas.
La vía hacia la identidad reviste distintas formas según sea la situación de que se parte. La preservación de la propia identidad es un elemento indispensable de la resistencia a ser absorbidos por una cultura dominante. Tiene que presentarse bajo la forma de una reafirmación, a veces excesiva, de la propia tradición cultural, de la lengua, de las costumbres.
La representación de una identidad nacional o étnica puede no ser compartida por todos, corresponder a un proyecto de un grupo particular dentro de la sociedad y servir a sus intereses.
El hombre colocado en el centro de este proceso, siente que ha perdido la protección de las diferentes instancias que antes lo contenían. La vieja segmentación entre países tiende a ser superada por una nueva segmentación en el interior de éstos, por una parte los grupos culturales que poseen los conocimientos necesarios para generar riqueza y comunicarse con el resto del mundo, y por el otro, los nuevos pobres, excluidos de los banquetes de las nuevas oportunidades por carecer de las habilidades necesarias para entrar en el mercado de trabajo y comunicación.

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